Penzotti, Francisco G. (1851-1925)

Gran Colportor Metodista

1851 – 26 de Setiembre, nacimiento de Francisco G. Penzotti en la ciudad de Chiavenna, Italia.

1864 – Llega a la ciudad de Montevideo, Uruguay, a la edad de trece años.

1870 – Contrae matrimonio con Josefa Joaquina Sagastibelza, nacida en Elduayen, España. La ceremonia religiosa se realizó en la catedral de Montevideo. Tienen ocho hijos: Adela, Francisco, Alberto, Elisa, María Esther, Pablo, Pedro, Daniel.

1875 – En los primeros días del año conoce el Evangelio en Montevideo, Uruguay.

1876 – Enero, se produce su conversión, en el templo metodista de la calle treinta y tres. A su cargo estaba el Rev. Dr. Thomas B. Wood, quien hizo realidad su conversión.

1879 – Marzo, Penzotti es enviado por el Dr. Thomas B. Wood como evangelista a la Colonia Valdense de Uruguay. Algunos valdenses se disgustaron por ser un evangelista metodista.

1883 – Penzotti se dirige a Chile, cruzando los Andes y pasando por la ciudad de Tacna, en la cual permanece un buen tiempo.

1887 – La Sociedad Misionera Metodista nombró a Penzotti como Agente de la Sociedad Bíblica Americana, para actuar como colportor de biblias en la costa del Pacífico.

05 de Diciembre, Penzotti se embarcó, con su familia y el colportor J.B. Arancet, rumbo al Perú. Hizo escala en Arica por seis meses debido a una epidemia de fiebre amarilla.

1888 – Febrero, pierde a su hija menor, de dos años, Elisa. A los siete días nacía su hija María Esther.

Julio, llegan al Callao procedente de Uruguay. Alquila un local y realiza el primer servicio religioso, celebrado con la asistencia de la familia de Penzotti y el matrimonio Noriega (Manuel y Teresa).

Octubre, la asistencia llega a más de cincuenta personas y luego a trescientas. Los ingleses ofrecieron su capilla, que permanecía cerrada por falta de pastor.

Los enemigos de Penzotti amenazaron volar la capilla con dinamita. Los ingleses aterrorizados aconsejaron a Penzotti volver a su anterior local y así lo hizo.

19 de Octubre, entre la labor de colportaje y la tarea pastoral, Penzotti administró su primer bautizo en la persona de una niña.

1889 – Penzotti organiza grupos de estudios, lo que trajo como consecuencia la formación de una congregación metodista en el puerto del Callao, la cual se constituyó el 10 de Enero, siendo la primera iglesia evangélica que se fundó en el Perú, conocida como Iglesia Metodista Episcopal del Callao. Penzotti fue su fundador y primer pastor.

16 de Junio, Penzotti realiza el primer matrimonio en la iglesia.

Agosto, la congregación se trasladó de la calle Teatro a la calle Colón 214, que era una vieja bodega.

El cura Vidal y Urias llegó a ensuciar las puertas del salón con excremento. Puso candado a las puertas, dejando encerrada a la congregación, pero el hermano Manuel Rubio, que había llegado tarde, pudo abrir el candado con una llave.

1890 – Enero, Penzotti viaja al sur del país, dejando encargada la congregación a los hermanos. Envió a Arancet e Illescas a Mollendo y él se fue a Arequipa. Los dos colportores escaparon milagrosamente de morir apedreados, mientras que a Penzotti lo llevaron a la cárcel, en la cual permaneció diecinueve días y predicando el Evangelio a los presos. Salió en libertad por orden del Presidente de la República, Don Andrés Avelino Cáceres.

26 de Julio, a las 7.00 A.M., en pleno desayuno, se presentó un oficial con cuatro agentes para llevarlo detenido por el delito de haber violado el Artículo 4° de la Constitución. La acusación la hizo el sacerdote y abogado, José Manuel Castro ante la autoridad judicial, solicitando una año de prisión y su posterior expatriación.

Penzotti fue conducido a la prisión, entre cuatro bayonetas, como un vulgar criminal. Fue encerrado en “Casas Matas”, en un calabozo del Castillo Real Felipe.

Los presos acogieron a Penzotti y él se convirtió en el consuelo para ellos. Su esposa Josefa consiguió que se le permitiera traer a su calabozo una cama y alguna otra comodidad, así como la comida diaria, ya que Penzotti no podía comer el arroz y los porotos medios crudos y mal condimentados, que se servían diariamente a los presos.

El encierro de Penzotti dio lugar a una manifestación del pueblo, tanto a favor como en contra. Los comerciantes utilizaban el apellido Penzotti como señuelo de propaganda para los artículos de su comercio. Hasta los periódicos se interesaron por el asunto Penzotti.

La esposa de Penzotti logró una entrevista con el Ministro de Gracia y Justicia. De la cual el Ministro comentó: “Es Ud. la primera esposa, que yo conozco, capaz de defender a su marido con la valentía con que Ud. lo ha hecho; y por ello la felicito.” Y ante la negativa de la señora de Penzotti de acceder a salir del país a cambio de la libertad de su esposo, el ministro exclamó: “¡Pues, Señor! ¡Jamás me vi en un trance igual! ¿Será que estos tercos y audaces protestantes han conseguido resucitar a la mujer espartana? Si no corto por lo sano, hubiera sido capaz de convencerme de que no soy cristiano. Y en verdad, que no le falta razón. ¡Cuán necesitados estamos en el Perú, de mujeres como ésta! Pero el Catolicismo no crea tipos de ese temple”

Otra acusación es hecha contra Penzotti: “seducción a los presos”; es decir, que intentó regenerarlos; lo que se le achacaba como un crimen.

En la cárcel Penzotti logró convertir a muchos presos, siendo luego miembros de la iglesia, al salir de la cárcel.

La reacción nacional e internacional no se hizo esperar. Los liberales y las logias masónicas clamaron: “Porque el asunto Penzotti se ha convertido en cuestión nacional; puesto que ante el mundo civilizado, ya no es Penzotti, sino la nación peruana, la que está presa bajo la odiosa tiranía clerical” Londres y Washington dieron instrucciones a sus representantes para que enviaran información y auxilien a Penzotti. Los abogados, Dr. José María Vivanco, Dr. José B. Ugarte, y Dr. Alberto Quimper, por encargo de la logia masónica, patrocinaban la defensa de Penzotti.  El apoyo de la Masonería respondía a un movimiento encabezado por ilustres hermanos y dirigentes políticos liberales que tuvo como objetivo promover y lograr la derogación del Art. 4° de la Constitución de 1860 que prohibía la difusión de otra confesión que no fuese la católica.

Un ingeniero norteamericano y cristiano E. E. Olcott, que recorría la región minera del Perú, lo visitó y sacó las fotografías, con un artículo de lo sucedido a los periódicos (New York Herald y otros) de los Estados Unidos de Norteamérica y éste fue publicado.

Un día el hijo de Penzotti llegó a la celda sin la cestita con los alimentos, ya que no había para comer en casa. Él despidió a su hijo pidiéndole que en casa estén en oración, que así también lo estaría él. Penzotti con lágrimas gimió ante el Señor y solicitó su ayuda para dar de comer a su familia.

Mientras tanto los presos al enterarse de la situación del preso amigo, hicieron una colecta y se la dieron. Sin embargo, él no la aceptó de inmediato, pidió que le dieran un plazo de tres horas para recibir la ayuda de Dios, de lo contrario la aceptaría. Al cabo de una hora, llegó su hijo trayendo la correspondencia que acababa de llegar. Entre las cartas encontró una que venía de los Estados Unidos de Norteamérica y en el interior había una letra de cambio con una cantidad respetable. Los presos no podían creer lo que estaban viendo y se retiraron con la cabeza cabizbaja y sin pronunciar palabra alguna.

1891 – 28 de Marzo, a las 5.00 P.M. Penzotti salía de la cárcel en compañía de sus abogados en medio de aplausos, vivas y vítores de la multitud. Al día siguiente, Domingo de Ramos, la capilla se llenó de una concurrencia que quería escuchar a su Pastor.

24 de Agosto, llegó el Rev. Dr. Thomas B. Wood para ponerse al frente de la Obra. Penzotti tomó un descanso y se fue a Santiago de Chile, donde tenía en un colegio a sus dos hijas y de allí se marchó a Buenos Aires, Argentina, para el enlace de su hija Adela. De Buenos Aires regresó al Perú para continuar su labor.

1894 – Enero, luego de un tiempo la Sociedad Bíblica Americana solicitó a Penzotti hacer un viaje de exploración a América Central.

1903 – 06 de Junio, en la Iglesia Metodista de Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica, fue consagrado Penzotti, Diácono y Presbítero de la Iglesia Metodista Episcopal. Regresó al Perú para ver a su familia y luego partió a ocupar su nuevo puesto en América Central.

1906 – La familia Penzotti se reúne con él, dejando definitivamente el país.

1910 – Penzotti visita el Perú en una gira al continente sudamericano.

1925 – 24 de Julio, Penzotti fue llamado a la presencia del Señor, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Por: Rev. Lic. Jorge Bravo C., de su página web personal, http://www.angelfire.com/pe/jorgebravo/penzotti.html, con su autorización.

Fuentes de Información:

  • Celada, Claudio, Un Apóstol Contemporáneo (La vida de F.G. Penzotti), Editorial “La Aurora”, Buenos Aires, 1945.
  • Escobar,  Samuel, “El proceso Judicial contra Francisco Penzotti” (1890-1891), Revista Época, Archivo Histórico del Protestantismo, Lima, Año 2, Nro. 3, julio-diciembre 1996, pp. 7-17.
  • Actas de la Iglesia Metodista del Callao, 1888-1925.

 

Founder Of Peruvian Methodism

Photo: General Commission on Archives and History

Francisco (also known as Francis) Penzotti, an Italian immigrant to Uruguay, encountered American Methodist missionaries as they were establishing a foothold in Montevideo. His first assignment after his conversion was with the Waldensian Church in Uruguay—a Protestant denomination from Italy, closely related to Methodists in Europe. He helped to establish mission churches across Uruguay at a time when the Roman Catholic Church held a viselike grip over most of Latin America.

In 1883, the Methodist Episcopal Church sent Penzotti across the continent to Bolivia. He traveled with various colporteurs (peddlers of religious tracts and Bibles)—principally Andrew M. Milne of the American Bible Society—to establish mission posts. In 1885, Penzotti left his wife and children in Uruguay for 14 months while he visited Venezuela, Panama, Colombia, Ecuador, Peru, and Chile. He was sent across the continent again in 1888, but a cholera outbreak kept him in quarantine in Peru for six months. During this time, he established a church in Callao, the seaport of Lima, Peru. In July 1888, he wrote to his mission secretary, saying: “As soon as I arrived here I sought to bring the people together, and from that time I have held three meetings each week. The attendance and interest have constantly increased.”

In fact, attendance increased so much that a much larger hall had to be rented. This drew the attention of both the Catholic clergy and the Peruvian government. So, when Penzotti and a couple of colporteurs began a Bible distribution in southern Peru in 1890, they were observed by a Catholic bishop who consequently had Penzotti arrested. The case was appealed to the president of Peru, who ordered Penzotti’s release, upon which he returned to Callao. But after the Callao Methodist Society was formally organized, persecution intensified. Notices of “Death to the Protestants” were scrawled across the door of the meeting hall. Penzotti was again arrested and thrown into jail without bail. Meanwhile, the Callao church kept growing.

Peru’s Supreme Court could not come to a decision on the case, but a couple of New York reporters published an article that garnered international interest. As a result, Penzotti was released after eight months of imprisonment. Once the ball was rolling, the US Secretary of State intervened with the government of Peru, asking for assurances that the religious liberty and safety of Protestant missionaries would be guaranteed. This international attention eased the persecution suffered by the church in Peru. In 1970, the Iglesia Metodista del Perú (IMP) became autonomous. Today, it is organized in six districts under a bishop and a general assembly.

By Christie R. House, editor of New World Outlook magazine. Based on Wade Crawford Barclay, History of Methodist Mission, Volume 3, Widening Horizons, 1845-95 (The Board of Missions of The Methodist Church, New York, 1957), pp. 773-781, 784-786.

 

 

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