Nihilismo y Encarnación en la Mónica N. Giardina
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A partir de los artículos que forman su libro Ética de la interpretación, (1) G. Váttimo profundiza la lectura de la vertiente cristiana de la filosofía occidental; pero es particularmente en Credere di credere, (2) donde formula explícitamente sus conclusiones acerca de la relación entre ontología débil y religión cristiana, y plantea las consecuencias del entrecruzamiento de la tradición cristiana con el nihilismo. En efecto, esta obra se articula alrededor de una tesis fuerte: a saber, que el debilitamiento de las estructuras sólidas del ser metafísico se corresponde con la doctrina cristiana de la encarnación de Jesús. "Correspondencia" en el sentido heideggeriano de respuesta a un envío, de transcripción de un mensaje. Es claro que el nexo que el autor establece, entre la historia de la revelación cristiana y la historia del nihilismo, no posee la necesariedad del devenir dialéctico. La encarnación de Jesús no debe ser entendida desde la perspectiva de "víctima sacrificial". Por el contrario, Jesús viene al mundo a desvelar y liquidar el nexo entre la violencia y lo sagrado. Desvelamiento que: 1) es un proceso en devenir, pues la revelación no se ha cumplido totalmente, y 2) En este proceso se verifica el alejamiento del naturalismo y la violencia. Se considera violenta y naturalista a las experiencias religiosas signadas por la irreductibilidad absoluta de lo "otro". Experiencias en la que la manifestación de lo trascendente se presenta sólo en instancias límites de la existencia, y el encuentro con Dios es posible desde la sumisión del hombre. La violencia, como expresión de fuerza y de poder, es el elemento constitutivo en este vínculo. Esta figura religiosa, según Váttimo, expresa el residuo de un viejo prejuicio heredado de la religión natural; religión que, en términos de Nietzsche, dominó la experiencia de los pueblos hasta que la eficacia del saber científico pudo garantizarle al hombre el poder sobre el mundo. En oposición a este modo terrible que puede asumir la fe, Váttimo presta oídos a las palabras del Evangelio: "no os llamo siervos, sino amigos". ¿Porqué no pensar -se pregunta el autor italiano-, que también desde la fe, podríamos "consumar y disolver esta apariencia inicial"?. Sí es posible; pero sólo si se abandonan los tradicionales atributos con los que se ha representado al Dios metafísico: omnipotencia, absolutidad, eternidad y trascendencia -todos rasgos del ipsem esse subsisten-. En ellos, late, enmascarada, la violencia metafísica. (3) Todo sistema metafísico es, desde la perspectiva hermeneútica, la expresión de una concepción violenta del ser, puesto que se asienta en un principio absoluto y fundamentador -arché-, cuya función es homóloga a la que posee Dios en las diferentes religiones. La filosofía en tanto metafísica es la búsqueda de ese fundamento último. El abandono de la religiosidad natural se puede traducir, en términos filosóficos, como abandono de la metafísica del ser. Es posible que en un aspecto nada desdeñable, promesa y esperanza religiosa coincidan con el ideal metafísico : alcanzar aquello que desde siempre se nos sustrae. Llegar al saber de Dios, en ambos sentidos del genitivo. La metafísica creyó alcanzarlo en el descubrimiento y despliegue de la ratio moderna, y por eso, relegó la conciencia religiosa al pasado del pensamiento. Así, la religión se convirtió en error derivado de formas de pensar primitivas e irracionales unas veces; momento del absoluto racional mediado y superado en la autotransparencia del concepto, otras; y también falsa conciencia, o mera superchería. Ahora bien, los grandes sistemas metafísicos han caído o se han debilitado, y con ellos han caído también los argumentos fuertes de rechazo a la religión que enarbolaban. Ningún ataque de raigambre iluminista resiste cuando "El mundo verdadero termina convirtiéndose en fábula". Hoy carece de verosimilitud la incuestionabilidad de las verdades científicas, como la creencia en la historia universal, dotada de un sentido último. Razones filosóficas y políticas justifican esta imposibilidad. Váttimo atribuye una responsabilidad determinante, al desarrollo de la tecnología planetarizada en la insostenibilidad de supuestos absolutos. Conclusión: el retorno de la religión invalida la apuesta positivista, tanto como la racionalista-historicista, en sus términos más extremos. Qué nos dicen los signos de estos tiempos? Como el ser aristotélico los signos nos interpelan de muchas maneras. Todas ellas pueden traducirse en términos de debilidad. Abandonada la ilusión de objetividad y transparencia de la metafísica, se nos devela la interpretación como única experiencia de verdad. El anuncio nietzscheano "Dios ha muerto" ha devenido sentencia piadosa; pues a partir de él se inicia un infinito camino de debilitamiento, una despedida del fundamento inconmovible. La metafísica en tanto pensamiento del ipsem esse subsistens, se ha mostrado como un grandioso relato; la invalidación del principio fundante posibilitó el pensar entendido como Verwindung. Váttimo remarca en este concepto los sentidos de -recuperación- vuelta- distorsión- convalecencia-; es decir que lo define esencialmente -como se verá más adelante- en los mismos términos de secularización. El surgimiento del nihilismo de las entrañas mismas de la metafísica y su despliegue en el Ge-Stell, es un fenómeno que no se agota en su negatividad. Aún en la culminación de esta posición frente al ente y la verdad que ha seguido el derrotero de la filosofía occidental, nihilismo tiene fundamentalmente el sentido de chance positiva, de apertura a un pensar no-metafísico. Recordemos la sentencia höelderliana con la que el último Heidegger (4) insiste: "donde hay peligro crece también lo salvador". En continuidad con este pensamiento Váttimo recupera la máxima evangélica: "Quien no pierde su alma no la salvará" subrayando así su sesgo positivo: la pérdida de fundamento último. Situado en el horizonte de la Verwindung, el pensar abandona la búsqueda de fundamento para lanzarse a un explorar atento y piadoso en los mensajes del pasado. En este pathos acaece el retorno de Dios. El Dios que retorna en la época posmetafísica requiere ser pensado desde la categoría de debilitamiento, puesto que posee la misma "vocación al debilitamiento", que el ser en la ontología heideggeriana. El término vocación alude esencialmente a un llamado. Llamado, envío, destinación, son categorías constitutivas del ereignis -evento-. El ereignis es la kénosis -anonadamiento, o abajamiento de Dios-. Váttimo propone que la kénosis de Dios sea interpretada como "signo de que el Dios no violento y no absoluto de la época posmetafísica tiene como rasgo distintivo la misma vocación al debilitamiento de la que habla la filosofía de inspiración heideggeriana". (5) El filósofo italiano rememora el mandato cristiano de la caridad y el rechazo a la violencia, porque de este mandato también surge la vocación al pensamiento débil. Se devela entonces, el círculo hermeneútico entre cristianismo y pensamiento débil. La herencia cristiana retorna a través del imperativo del amor. A su vez, el imperativo del amor debe ser criterio insoslayable de toda interpretación. ¿Cómo leer "religión" en la perspectiva de Váttimo? Religión es una palabra de discutida etimología y diversas definiciones. En términos generalmente compartidos, refiere a una comunidad de individuos unidos en el cumplimiento de ciertos ritos regulares y por la adopción de ciertas fórmulas. Individuos que comparten y mantienen la creencia en un valor absoluto, en una potencia espiritual superior al hombre y con la cual nada puede equipararse. (6) Si aceptamos sin más esta definición, reaparece lo que más arriba expresamos respecto del pensar fundamentador y de la violencia inmanente que supone la absolutización. (7) Se ha definido también a la religión como sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a cosas sagradas, separadas, prohibidas. Estos sentidos derivan de Secretus, que significa lo separado, aislado, remoto. Secreto y misterio, son así rasgos esenciales de la religión. Aquí deberíamos preguntarnos, si aún queda algún ambito para la supervivencia de esta experiencia en la sociedad sin secretos de la modernidad tardía. La tecnología en las sociedades de las comunicaciones planetarizadas y simultáneas, el culto de la transmisión en directo, si no eliminan la efectividad real de estos sentidos, creo que por lo menos los cuestionan seriamente. Por otra parte, las sociedades contemporáneas, -la sociedad transparente, la aldea global-, en tanto suponen la omnipresente imposición mediática de la totalidad -que ha devenido información- son constitutivamente violentas. El Ge-Stell se cumple a través de la información como anunciaba Heidegger, (8) y en este sentido, en el mundo organizado de la ratio la experiencia religiosa tampoco escapa a la "avidez de novedades". Sin embargo Váttimo sostiene que la kénosis continua su realización "en términos cada vez más claros, al seguir la obra de educación del hombre hacia la superación de la originaria esencia violenta de lo sagrado y de la misma vida social." (9) Se imponen no pocos interrogantes. Lo real, como lo constantemente visible, en el imaginario de las sociedades mediatizadas ¿no sería la transcripción -en términos filosóficos- de la concepción del ser como permanente presencia?. En suma, si la religiosidad requiere del secreto, ¿cómo concebir la manifestación de lo sagrado en lo constantemente visible?, ¿qué experiencia de lo sagrado es la de las sociedades tardo-modernas? Las prácticas religiosas actuales no parecern indicar el despliegue de una ontología débil, sino más bien un retorno al fundamento metafísico. El retorno efectivo de la religiosidad en la cultura, hoy, se verifica sobre todo en la proliferación de fundamentalismos y sectas dogmáticas de todo tipo. Entiendo que lo que Váttimo nombra como religión no está distante de una antigua y para muchos forzada interpretación, con la que Cicerón (10) define este concepto. Según el autor romano, religión proviene de relegere, que significa releer, rever con cuidado y escrúpulo; -todas éstas propiedades del pensamiento hermeneútico que marcan la obra de Váttimo. La filosofía como interpretación que propone Váttimo está profundamente imbuida por los sentidos de distorsión y contaminación; su filosofía es, de algún modo, el hábitat de una palabra que recupera la tradición transformándola y distorsionándola; una palabra rememorante que evoca aquello a lo que se liga despidiéndose. (11) Esta palabra que tiene por misión la rememoración, tan deudora del pensar poético heideggeriano, nos liga a la tradición a través del pathos piadoso de la redención. Pero acaso no es Hegel también y esencialmente un filósofo de la redención? Indudablemente sí; pero a diferencia de la lógica hegeliana, la perspectiva nihilista se define más allá de toda dialéctica de superación (aufhebung). El pensamiento postmetafísico que propone Váttimo asume la misión de la redención, en tanto redimere: rescatar, volver a comprar, sin expectativas objetivistas ni totalizantes. Esta relectura de la tradición permite explicitar y ahondar en la comunión -despojada de todo carácter absoluto- entre categorías cristianas y conceptos post-metafísicos. No olvidemos que la herencia cristiana retorna a través del imperativo del amor; dicho de otra manera: la caritas se devela pathos del pensar hermeneútico que propone Váttimo. Pathos en su sentido de temple de ánimo, disposición y determinación. El amor, que se manifiesta pathos del Nuevo Testamento, posibilita y enmarca, la tarea del pensar no-metafísico. Según Heidegger, el pathos propio de la filosofía es el asombro, que en tanto arché, no determinó sólo el inicio, sino que domina todo su curso. "El asombro es así la dis-posición en la que y para la que, se abre al Ser del ente" (12) Asombro y amor son del mismo modo fundamentos, pero no poseen la violencia del fundamento metafísico, sino más bien las connotaciones del ab-grund heideggeriano. No son principios que acallen ningún interrogante. La consigna hermeneútica, expresada en términos de R. Rorty, (13) sería que "la conversación continúe", y más allá de la violencia del fundamento silenciante, en la medida que la interpretación es la figura de la continuidad. "La ética hermeneútica de la continuidad es, pues, el reclamo para colocar las experiencias aisladas dentro de una red de conexiones que parece orientada en el sentido de la disolución del ser, es decir, de la reducción de la imposición de la presencia." (14) Esta suerte de "contaminación" entre hermeneútica y religión, entre nihilismo y encarnación, posee matices que exceden los márgenes de este informe; destaco sí que el término contaminar que con frecuencia aparece en sus escritos, abriga los sentidos de: pervertir, contagiar, transmitir una enfermedad, y que su proveniencia del Contaminare latino, "ensuciar tocando", cobra elocuencia en el contexto del pensar convaleciente. La experiencia hermeneútica "contamina" también la creencia en la edad postmetafísica , secularizando también el acto de fe. Váttimo encarna esta fe secularizada y contaminada en la figura del medio creyente: aquel que puede leer los textos evangélicos sin otra condición que la fidelidad al imperativo del amor. El medio creyente es también el que ha renunciado a la imposición de absolutos para conjurar sus miedos o justificar sus miserias. En Credere di credere define al cristiano postmetafísico como una suerte de "anarquista no violento", un "deconstructor irónico" de todo orden que se quiera único. (15) Esta caracterización rememora el espíritu liviano y libre que Nietzsche representaba en la figura del bailarín y el acróbata. Repasemos algunos de los conceptos que constituyen la base de la reflexión vattimiana para ver su ligazón a la noción de secularización:
En todos estos tópicos late la noción de secularización, en tanto, "...una transformación que mantiene, distorsiona y recuerda como pasado, aquello a lo que se liga despidiéndose". (16) Qué nos dice la palabra latina Saecularis? Significa secular, profano, y proviene de Saeculum: Siglo, tiempo, edad, generación, duración de una generación, época, mundo. Secularizar tiene también el sentido de autorizar a un religioso/a a que viva fuera de clausura y haga una vida terrenal. Los contenidos de la revelación necesitan también vivir fuera de clausura, hacerse humanos, aggiornarse, debilitarse -todo lo cual no va en detrimento de su autenticidad. Más bien nos muestran por qué el encuentro con la religión es el de una relación necesariamente deyecta, "...si hay para mí una vocación a reencontrar el cristianismo, ésta significa ante todo la tarea de volver a pensar los contenidos de la revelación en términos secularizados -también en el sentido de "conformes al siglo"-; en formas, pues, que no repugnen a mi , poca o mucha, cultura de hombre de mi tiempo." (17) La secularización no disminuye el mensaje cristiano; por el contrario, es una realización más plena de su verdad. Secularización y debilitamiento vs. Religión natural y violencia metafísica son pares de opuestos en los que converge el planteo de Credere di Credere. "Dilige, et quod vis fac", la célebre sentencia agustiniana señala certeramente, según Váttimo, "el único criterio en base al cual se debe ver la secularización." ¿Queda algo fuera del proceso de secularización? Sólo la caritas. (18) En un análisis más óntico, entiende que la pertinacia de la Iglesia en defender ciertos contenidos arcaizantes, no se desprende legítimamente de la doctrina cristiana, sino que obedece a la necesidad de pertrecharse al calor de una imagen rígida y monolítica que refute cualquier tendencia al debilitamiento. Esta actitud surge de la violencia implícita de la religiosidad no secularizada. Frente a esta práctica del catolicismo el autor también insiste con las palabras de Jesús: "no os llamo siervos, sino amigos". Insistencia fundada en la convicción de que no habrá salvación en tanto no se disuelva el núcleo sagrado natural y violento. Del mismo modo, el nihilismo no deviene chance positiva, si no es más allá del pensar violento de la tradición metafísica. La salvación, sostiene, se juega en el terreno de la interpretación. Redención, Caritas, Verwindung, funden el nexo entre interpretación y salvación. El pensamiento de Váttimo se inscribe de este modo en el ámbito de la gracia cristiana y del concepto de Ge-Schick heideggeriano, en tanto la tarea del pensar se comprende, como "don que viene de otro y respuesta que, en la aceptación del don, "expresa también, inseparablemente, la verdad más propia de quien lo recibe" (19) El autor plantea como Ge-Schick -destino- el alejamiento de la violencia en el decaimiento de las estructuras fuertes del ser, evento que expresa la vocación de la encarnación divina. La kénosis no adquiere así un peso fundacional, en tanto determinación última? Sí; pero la gratuidad de la caritas le imprime a este fundamento las connotaciones del ab-grund -abismo- heideggeriano. Secularización, redención, interpretación, tienen mucho que ver con el concepto de andenken. Y acaso el andenken posmoderno no sea más que la anamnesis platónica secularizada. Conocer es recordar. Sólo que lo que alma recuerda-rememora no es la visión estática de estructuras inmutables y eternas, sino la infinitud móvil de la historia heredada, que como Penélope teje y desteje su manto. Algunas reflexiones: Esta filiación entre hermeneútica y religión o también, entre kénosis y nihilismo le permite trazar con más claridad el horizonte de la hermeneútica actual. Con el aporte del mensaje cristiano, deja "a salvo" a la hermeneútica de la confusión con una demasiado indeterminada -en el sentido hegeliano de poco enriquecida- filosofía del pluralismo cultural. Sólo la caritas no es secularizable. Claro que escapando de las contradicciones propias de todo relativismo extremo, cae en una filosofía edificante -aspecto que el mismo Váttimo reconoce en Creer que se cree. Por otro lado, la vertiente nihilista proveniente de Nietzsche y Heidegger le garantiza no recaer en una concepción metafísica, aunque con frecuencia emplea categorías demasiado "preñadas" de tradición metafísica. Alentar "ideas claras y distintas", ironiza Váttimo, es una esperanza metafísica, lo cual también es cierto. Como bien sostiene, no nos despojamos de la metafísica, como quien se desprende de su atuendo. Váttimo acepta, sin embargo, el desafío de repensar un tema que para muchos es en sí mismo metafísico: el retorno de la Religión en los límites del pensar acutal; y en esta tarea, entiendo que su reflexión enriquece y complejiza este fenómeno insoslayable en la cultura de fin milenio. |
Notes * En particular, aunque no exclusivamente, las tesis expuestas en Creer que se cree , por considerar que en este texto se sintetizan los núcleos de reflexión sobre la temática religiosa que el autor viene desarrollando desde su obra Etica de la interpretación. (1) Váttimo, G., Etica de la interpretación, Bs. As., Paidós, 1991 (2) Váttimo, G., Creer que se cree, Bs.As., paidós, 1996 (3) Cfr. Metafísica, Violencia y Secularización, en La secularización de la Filosofía, G.Váttimo (comp.) , Barcelona, Gedisa 1994. (4) Heidegger M. , ¿Qué significa pensar?, Bs. As., Nova, 1972. (5) Creer que se cree, Paidós, Bs.As., 1996, pags. 38-39 (6) Lalande, A.., Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, Bs.As., Librería "El Ateneo" editorial, 1953. (7) Cfr. Metafísica, Violencia, y secularización, ob.cit. (8) Heidegger, M.., ¿Qué es eso de filosofía?, Madrid, Narcea S.A. de Ediciones, 1980. (9) Váttimo, G., Creer que se cree, ob.cit.pag.52 (10) Cicerón, Sobre la naturaleza de los Dioses, Bs.As., Aguilar, 1970,II,28,pags.160-161. (11) Cfr. Etica de la interpretación, ob.cit., pag.47. (12) Heidegger, M., ¿Qúe es eso de filosofía? , ob.cit., pag. 65. (13) Cfr. Rorty, R., Contingencia, ironía y solidaridad,Paidós, Bs.As., 1991. En particular los capítulos :I, II, III y IV. (14) Váttimo, G., Más allá de la interpretación, Barcelona, Paidós, 1995, pag.82 (15) Con similares características describe Rorty al "filósofo de la modernidad tardía" -las comillas son mías- que se concibe cercano al poeta, Cfr. Contingencia, ironía y solidaridad, ob.cit.. pags.28 y sigs. (16) Váttimo, G., Ética de la Interpretación, ob.cit., ver cita. 8. (17) Váttimo, G., Creer que se cree, ob.cit., pag. 93. (18) Véase el alcance de este concepto y su relación con el de secularización en: Váttimo G., Más allá de la Interpretación, ob.cit., y en Creer que se cree, ob.cit. (19) Váttimo, G., Creer que se cree, ob.cit., pag.126 Bibliografía Consultada DERRIDA, J., VÁTTIMO, G., Y OTROS, La Religión, Buenos Aires, ediciones de la Flor, 1997. VÁTTIMO, G., Creer que se cree, Buenos Aires, Paidós, 1996. VÁTTIMO, G., Más allá de la interpretación, Buenos Aires, Paidós, 1995. VÁTTIMO, G., (Comp.) La secularización de la filosofía, Barcelona, Gedisa, 1994. VÁTTIMO, G., Ética de la interpretación, Buenos Aires, Paidós, 1991. RORTY, R., Contingencia, ironía y solidaridad, Buenos Aires, Paidós, 1991. HEIDEGGER, M., ¿Qué es filosofía?, Buenos Aires, Narcea S.A., 1980. HEIDEGGER, M., Identidad y Diferencia, Barcelona, Anthropos, 1990. HEIDEGGER, M., ¿Qué significa pensar?, Bs.As., Nova, 1972. COROMINAS, J., Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1996. LALANDE, A., Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, Bs.As., Librería "El Ateneo" editorial, 1953. OTTO, R., Lo Santo, Madrid, Alianza Editorial, 1980. SAGRADA BIBLIA, Barcelona, Editores S. A., 1991 |